2020/05/13

Telecielo

Canal: Nietos

     Angustias era una mujer decente, una mujer que había respetado a su hombre y había sido buena esposa. Desde pequeña había pensado que el futuro sería mejor, que en el futuro todo sería distinto y las máquinas mejores. Y alguien, con semejante visión, se sentía indignada por haber muerto ante una pandemia mundial. ¿Es que estaban en el siglo XV? ¿Acaso no existían medicinas? Si el futuro era tan bueno como siempre se lo había imaginado estos accidentes no debían de pasar. Y mucho menos a una vieja indefensa.
     - ¿Angustias? - San Pedro acababa de dar paso al último de la cola - Puede pasar.
     Un ángel con túnica le guió enseñándole las distintas estancias. La mujer, dejándose llevar, andaba tras el mozo pisando las nubes. Cada paso que daba se sorprendía de notar que estaban mullidas y cálidas. Y el sol, aparentemente más cercano, calentaba sin quemar la piel.
     - Y a este lado - señaló el ente que la guiaba - Tenemos la piscina de leche y miel.
     - ¿No era una fuente? - quiso saber la muerta.
     - Lo era pero se había pasado de moda, ahora es como un spa.
     Siguió su tour por las distintas instalaciones hasta llevarla a un pequeño barrio residencial. Se habían reconstruido las casas tal y como las recordaba en su niñez. Y, algunos de sus seres queridos, pululaban por el lugar. Se fue fijando en quienes eran y les iba poniendo cara. Su tía, la Beni, hermana de su padre. Su padre Eustaquio estaba también y... ¡Su abuelo! El ser que más había querido cuando era niña, le esperaba en la vieja puerta de su casa. Era ciertamente el paraíso pues volvía a sentirse como una niña pese a conservar los recuerdos de su vejez. Era extraño saber que había pasado 80 años en la Tierra y ahora... Ahora, su rejuvenecido cuerpo, le traía recuerdos olvidados.
     Tras llorar abrazada a su abuelo y reponerse de tantas emociones empezó a acordarse de quien había dejado atrás. Su hijo, sus nietos, su perro apodado "Willy Fog" y su canario "Cantarín". Estuvo largo tiempo hablando con su padre y su abuelo hasta que le contaron cómo podía ver a los vivos. En la programación de "Telecielo" habían canales personalizados para ver a tus seres queridos.


     - Creo que era el canal 22 - rememoró el abuelo - Lo que no se es si salía Nicolas o Annabel. A fin de cuentas habías preguntado por tus nietos.
     - No, los nietos estaban en la 34, después de las emisoras de antena 3 - explicó el padre - Que por cierto, estarán poniendo la ruleta de la fortuna.
     - Si tu solo lo pones pa' verle los pechos a las muchachas - le increpó el abuelo - Deja que la chavala vea a sus nietos.
     - ¿Pero entonces es el 22 o el 34?
     - El 34, el 34 - el abuelo le pasó el mando a su nieta.
     - Voy a ver - empezó a pasar canales hasta llegar al 34 - ¿Que estarán haciendo?
     El canal tardó unos segundos en sintonizarse y la señal se configuró haciendo alguna ralla. Pero, incluso con interrupciones, pudo ver a su nieto favorito: Nicolas. ¡Pero lo estaban violando! Llevaba una pelota en la boca y un hombre le hacía indecencias con su miembro. 
     - Tranquila - la calmó el rejuvenecido anciano - Eso se lo hacen unas dos veces al mes.
     - ¡¿Dos veces al mes?! - la recién muerta jugaba nerviosa con el mando - ¡¿Le han secuestrado o lo han drogado?!
     - Digamos que Nicolas paga por que le hagan eso - intentaron explicarle.
     - Pero si tiene mujer e hijos - protestó Angustias apartando la mirada de la pantalla - Si mi Nicolas es así de vicioso no quiero imaginarme a Annabel.
     - No te creas - el abuelo de Angustias le tocó un hombro compasivo - No la hemos visto hacer esas cosas.
     - ¡Pero si se ha hecho gótica!
     - ¿Como las catedrales? - preguntaron los muertos que llevaban más tiempo en el cielo.
     - ¡No! Se viste de negro y habla de cosas de muertos.
     - Pues a mi me pareció muy buena persona - el padre de la recién llegada estaba buscando el canal de Annabel - Mira y te sorprenderás.
     En lugar de ver otra escena sexual pudo observar a una joven triste que lloraba frente a su retrato. No solo le estaba guardando luto, su novio el macarra le había abrazado compartiendo su dolor. ¿Cómo podían estar haciendo eso si escuchaban canciones del demonio?
     - Pero... Pero.... - a la anciana rejuvenecida se le cayó el mando de las manos sobre las nubes algodonosas.
     - Aquí arriba aprendes que la gente no siempre es lo que aparenta - el abuelo apagó la tele tras recoger el mando.
     Abrazada por su querido padre y su reencontrado abuelo empezó a llorar. No sabía si era tristeza, alegría o una mezcla de ambas. Solo tenía claro que sentía alivio por saber que, pese a sus constantes riñas, su nieta la seguía queriendo.

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