2020/04/27

Café Electrónico

Por que las cafeteras ya no se llevan

    Estaba Dios sentado frente a una cafetera Nespresso y la miraba por todos los lados. Le daba vueltas y probaba a meter la cuchara en distintos lugares pero nada funcionaba. Era la quinta cafetera que rompía y no quería mandar a su sirviente a por otra. ¡Esta la haría funcionar!
    Puso la cafetera sobre una mesa y dejó un rayo sobre el esponjoso suelo. Acercó el cable negro que salía por detrás y tocó con los diminutos palos metálicos el rayo. La cafetera, debido a la sobrecarga, explotó soltando trocitos de plástico y una resistencia la rojo vivo. ¡Otra vez! ¿No decía que había que darle corriente? ¡Estos nuevos inventos eran cosas del demonio!
    - ¡Luz! - se hizo un halo de luz que lo deslumbró - ¡Esa no!
    A los pocos minutos, una ángel llamada Luz, entraba en la instancia. Todos los ángeles acudían a los aposentos de Dios con verdadero pánico. Pero Luz suponía que le enviaría a coger otra cafetera. Su jefe era tozudo cuando algo no le salía.
    Voló hasta un centro comercial en donde, un dependiente muy simpático, le ofreció otra cafetera. La escoltaban dos sirvientes alados, fuertes y preparados para el combate. Era obvio pues ella era una mujer y necesitaba protección, o eso le habían enseñado en el cielo.
    - ¿Otra? - bromeó el hombre del mostrador - ¿Es que están coleccionándolas?
    - No - anunció simplona la ángel - Vengo porque mi señor ha explotado la última.
    - ¿Y las otras cinco? - preguntó creyendo que era una broma - ¿Las ha vaporizado?
    - No - volvió a responder cogiendo la bolsa - Una la aplastó, la otra la fundió, dos las destrozó a balazos y la última se la comió.
    El encargado de la tienda, un poco más preocupado, miró a la ángel que parecía decir la verdad. Atónito ante las palabras que acababa de escuchar pidió el relevo a un compañero y no volvió en una semana al trabajo. Pero volviendo a la historia del dios soberano, en su taller, estaba esperando.
    - ¡Menos mal! - volvió a dejar la cafetera sobre la mesa - Puedes irte Luz.
    - Así lo haré - obedeció sumisa.
    Las instrucciones decía que debía introducir las cápsulas en la cafetera, así que lleno el depósito para el agua de cápsulas y agua. Cuando flotaban  todas las cápsulas libremente en el recipiente transparente, a modo de peces en un acuario, mandó que le trajeran un conector para el enchufe. Ahora sí lo tenía todo, cogió el enchufe nuevamente lo encajo en el conector que le habían traído.
    Y ahora... ¿Que decía el manual de un botón? Buscó el botón que coincidía con el dibujo del café y apretó fuertemente el botón unos segundos. ¿Funcionaría? Según el manual decía que el botón se encendería, pero no veía llama por ningún lado. Así que empezó a quemar el botón hasta que se fundió por completo el plástico. Ahora, según decía el manual, debería de estar listo el café.
    Cogió la pecera de las cápsulas y se la llevó a la boca, era demasiado grande para su gusto, pero... ¿Serían así los nuevos cafés electrónicos? Esto no sabía a café, ¡menuda mierda! Y le habían dicho que con esto ganaría tiempo. ¡Mentirosos!
    Dejó el recipiente de plástico lleno de cápsulas y se acercó a unos fogones. Si el café nuevo no
servía valdría el viejo. A fin de cuentas, según decían las instrucciones, esas cápsulas estaban
llenas de café. Puso el recipiente transparente al fogón de gas y empezó a abrir las cápsulas para
soltar su contenido. Cuando había logrado abrir la última se dio cuenta de que, el plástico fundido,
estaba esparciéndose por el cuadro de mandos. ¡Vaya puta mierda!
    Por su propio amor, ¿es que ya no hacían las cosas como antes? Se enfadó y tiró el recipiente a
medio fundir con ira. ¡Iban a arder todos por esta falta de calidad en el producto! Mil lenguas de fuego
destrozarían todas estas cosas.
    Para cuando se quiso dar cuenta, las lenguas de fuego, habían alcanzado la bombona de gas que
alimentaba el fogón. Espera... ¿El fuego y el gas no eran...? ¡BOOOOOM!
    Cuando los ángeles llegaron al estudio de Dios se vieron envueltos en una nube de papeles medio
quemados y un dios, con los pelos carbonizados, lleno de ira. Con la ropa medio quemada y su ira
inflamada salió humeando y refunfuñando.

   

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2020/04/22

Sodoma y Gomorra

La prostituta de Sodoma

   A Dios le encantaba acostarse con humanas, en sus descensos a la Tierra hacía aberraciones sexuales tales como transformarse en ternero o ganso y follarse a humanas. También hacía prácticas impropias de las sagradas escrituras pero, como en todas las dictaduras, el dictador cambia la versión de la historia.
   Se estaba arreglando su barba frente a un espejo en el paraíso, y sus mejores ropajes realizaban sus bellezas. Iba a irse de vacaciones a Sodoma unos meses puesto que aún faltaban tres-mil años para que naciera su primogénito. Le habían dicho que cuando uno era padre dejaba de hacer tonterías, así que tenía que aprovechar ahora que era un soltero de oro.
   Mirándose al espejo hizo morritos y dio unos cuantos pasos sensuales hacia la puerta de su estudio. Hoy iba a arrasar en Sodoma. Pero, lo mejor, es que tendría sexo sin transformarse en animales, hoy sería un ser humano. El rollo furry (sexo con animales feminizados o masculinizados) empezaba a cansarle y, aunque no descartaba retomarlo con los Griegos, ahora probaría el sexo "normal".
   Puede que se metiera alguna droga, o que participara en alguna bacanal, o que se metiera tanto alcohol que no recordara lo que pasara. En estos nuevos tiempos era fascinante la de cosas que habían inventado los humanos, sobretodo en cuanto al sexo.
   - ¿Que tal voy? - preguntó a un escribano que le seguía a todas partes (para luego censurar la historia que el susodicho escribía) - ¿Provocador?
   - Se supone que usted condena estos actos - añadió el escribano - ¿Por qué no deja a Lucifer hacer el mal y usted hace el bien?
   - ¿¡Y perderme yo la diversión!? - bromeó abriendo una puerta que antes no había estado ahí - Vámonos o llegaremos tarde.
   - ¿Tarde a qué? - preguntó siguiendo al ser de todas las cosas por la puerta.

***

   Una vez en la Tierra, Sodoma, era la parada esperada. Adentrándose en calles llenas de gritos y tenderos aspiró el olor a sexo, sudor, excrementos y falta de higiene propia de la época. ¡Esto era vida! En uno de los puestos, Dios se acercó curioso, y le preguntó al tendero:
   - ¿Por qué esta usted aquí si hay tanto vicio?
   - No se quien es usted pero le diré que el fornicio estaba bien pero de algo había que vivir - le ofreció una de sus frutas - ¿Va a comprar algo?
   - No, pero gracias.
   Siguió andando hasta encontrarse con una muchacha de dulces pechos. Su cara de pervertido le delató antes de hablarle. Con cierto entusiasmo se acercó a la hermosa mujer y su escribano personal le siguió frustrado, siempre tomando nota de todo.
   - Pero qué pechotes... - casi había metido su cara entre sus pechos cuando la muchacha le detuvo - ¿Pero que haces?
   - ¿Yo? ¿Con un viejo como usted? - quiso saber la joven de belleza deslumbrante - Para eso tengo a Lena. ¿O es que quieres jugar con nosotras?
   - ¡Con las dos! - saltó al ver como las dos mujeres se besaban entre sí - ¡¿Como tenéis el chocho?!
   El apuntador puso los ojos en blanco mientras tomaba nota de la palabra "chocho" en su manuscrito. No había estudiado 10 años en los círculos celestiales para escribir las imprecaciones de su señor. Él quería estar en otra parte, redactando escritos o pasando viejos papiros.
   - Esta bien - accedió Lena - Pero no nos gusta que tu amigo el rarito escriba tantas cosas. Se tendrá que quedar fuera.
   - ¿Mi apuntador? - se giró para mirar al apuntador, aunque este deseaba dejarle y marcharse a tomar un vino no podía - ¡Pero si esta entusiasmado de seguirme! ¿A que si?
   - No vivo para otra cosa - anunció servicial intentando aguantar el tedio.
   - Venga, guarrillas, nos vamos para arriba y os voy a hacer tras-tras por detrás.
   - No me mola nada el rollo raro que te llevas con ese - anunció la mujer de dulces pechos - ¡Lárgate asqueroso!
   Deambularon un poco más en busca de otra interesada mientras Dios sermoneaba al escribano divino. El ángel hubiera deseado ser castigado y que le cortaran la mano a seguir con este pesado por las calles.
   - Se han ido porque no estabas cachondo - protestó el dios de todas las cosas - ¿Que te costaba una erección?
   - Señor, usted me creo casto y puro - le recordó - No tengo ni pene ni vagina alguna.
   - Pues te daré un pene nuevo cuando vuelvas - compró una fruta alargada en un puesto - Cuando estemos frente a alguna mujer póntelo entre las piernas.
   - ¿Para qué señor?
   - Pues para que te haga tienda de campaña - explicó estirando sus ropajes - ¿Lo pillas?
   - Usted siempre habla claro, mi señor - el escribano se tapó con el pergamino la cara.
   Más adelante, un grupo de mujeres, coqueteaba con una jarra de vino y todas reían de manera muy escandalosa. Dios, entusiasmado por la escena, acudió con los ojos abiertos. ¡Pero qué pechotes!
   - Mirad - sonrió una chica joven - ¿Creéis que este querrá algo?
   - Si, con todas - le dio un par de golpes a su ayudante para que empezara a ponerse la fruta entre las piernas - Y si no mirad a mi ayudante.
   Las mujeres, al ver que se levantaba los ropajes, y se ponía una fruta fálica entre las piernas retrocedieron asustadas. Eran de esos, y "eso"a ellas no les gustaba. Con cierto repelús fueron haciendo un círculo alrededor del dios encarnado. Muchas tenían la cara asqueada al ver la escena tan desagradable.
   - Mira - dijo una de las mujeres - No nos interesan los hombres como... Como tu... Osea, ya sabes. No juzgamos a nadie pero no queremos eso.
   Dios, abatido se marchaba hacía una de las salidas, cuando unos hombres los rodearon. No parecían peligrosos ni malvados por lo que, su divinidad, quiso hablar con ellos. Igual ellos le explicaban que estaba haciendo mal. Nunca había tenido tantos problemas para acostarse con una humana.
   - Hemos visto tus predilecciones y estás buscando la entrada a los locales de manera errónea - sonrió un anciano poniendo la mano sobre el hombro de Dios - ¿Y si te decimos donde puedes encontrar lo que buscas?
   - ¿Habrán perras en celo? - preguntó cachondo perdido tras varios intentos.
   - Uy... No podrás contarlas con la mano - sonrió otro hombre, este era fortachón.
   Al bajar por una escalera oscura y sombría, Dios, se fue guiando con las manos al palpar la pared. En este sitio dominaba el pecado y no tenía control en estos lugares. Se dejó guiar a la espera de esas perras cachondas en mitad de la oscuridad. Antes de escuchar como una puerta se cerraba en algún lugar de la estancia, su ayudante dijo:
   - Señor... Creo que no es muy buena idea estar aquí - protestó el escribano tras notar algunos tocamientos impuros - ¿No cree que estos hombres buscan otra cosa?
   - ¿Qué otra cosa?
   - Quizás quieran hacernos tras-tras por detrás - intentó explicarse el ángel que temía por su virginidad anal.
   - Tengo un mecanismo de defensa ancestral - reconoció Dios, que era hetero desde que el mundo era mundo (1) - ¿Acaso crees que podrían...
   - ¿Señor? - el ángel se dio cuenta de lo que estaba pasando e intentó tapar su agujero trasero pero era demasiado tarde.

***

   Al salir, unas horas después, Dios cojeaba agarrándose el culo. Y su escribano, con el ano dolorido, andaba raro tras su señor.
   - ¿Esto lo escribo? - preguntó agarrándose a la pared.
   - ¡Ni se te ocurra!

***

   Meses después, esa ciudad, fue arrasada por lenguas de fuego. Pero, en la memoria del dios supremo, siempre seguirá esa oscuridad y la sensación caliente en su nuca. Por no hablar de otras sensaciones desagradables...

1. Antes de la creación del mundo, tal y como lo conocemos, se dedicaba a follarse océanos o continentes. Nadie sabe muy bien por donde la metía pero sospechan que esta relacionado con la creación de los volcanes.


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2020/04/17

Erase una vez un pueblo Italiano

La semilla del talento

    Erase el 15 de abril de 1456 al anochecer en el pueblecito de Vinci. Una bruja, oculta bajo el disfraz de una campesina, se paseaba por las cada vez menos transitadas calles. Cuando se sentía segura se paró en el portal acordado y empezó a dar una retahíla de golpes rítmicos, eran la clave acordada para reconocerse.
    Al abrir la puerta, una señora gorda estaba haciendo la cena, y otra más joven cuidaba de un niño. La visitante estaba harta de pedir intimidad para sus ritos. Las dos mujeres eran brujas pero el niño era pariente del señor de la casa. Si se le iba la lengua podría ponerlas en un apuro.
    - Pero mujer - protestó la cocinera - Solo tiene 4 años la criatura.
    - Ya repite palabras - la visitante se sentó en una de las sillas - ¿De que sirve tanto misterio si luego el crío puede chivarle los ritos al señor de la casa?
    - Esperemos a invocar a la maestra - intercedió la mujer que cuidaba del niño - Lilith podrá darnos las indicaciones precisas.
    - Los demonios viven en otro mundo, no les importan los asuntos humanos. ¿Por qué tendríamos que preguntarle nada del crío? - quiso saber la visitante disfrazada.
    - Por eso mismo - protesto la cocinera - ¿Nos pagará Lilith el alojamiento o la comida? El señor nos mantiene a cambio de cuidar al mocoso cuando hay visitas. Ya sabes que es... bastardo.
    - ¡Pero si lo ha reconocido ya! - protestó la recién llegada - ¿Que más le dará?
    - Nosotras no contradecimos al amo - recordó la señora encargada de la comida - Al amo de la casa - Aclaró para no ofender a los entes sobrenaturales.
    - Empecemos pues con la pócima - propuso sacándose un rollo con los cánticos - ¿Tu te encargas de hacer el mejunje y yo canto las invocaciones?
    - Mírala qué lista - la cocinera sacó una segunda cacerola - Como no pagas tu los ingredientes... ¿Quien me paga a mi los productos? ¿Y las velas negras?
    - Si has tintado los cirios con ceniza - protestó la vieja encargada de realizar los cánticos rituales - Son robados de la iglesia.
    - Todas hemos hecho algo, hermanas - la niñera intentó calmar a las otras dos - ¿Acaso le gustaría ver a Lilith que discutimos entre nosotras?
    - No - reconocieron cansadas las dos señoras - No discutiremos.

***

    Lilith, que andaba por su paraíso arenoso, dio a luz a un varón. Era un demonio espléndido, de facciones perfectas, pero todavía un recién nacido. ¡Lo que dolía parir a un niño con cuernos! Se podía reír ella de las mujeres humanas. Por suerte, su demoníaca constitución, se recuperaría de las heridas que le había dejado el recién nacido.
    Con voz severa ordenó que la ayudarán con el parto. Uno de los humanos de su séquito acudió a ayudarla con un trapo, pues todos sus sirvientes la adoraban como a una diosa, y obedecían ciegamente sus órdenes. Con voz dolorida ordenó a sus sirvientes, todos ellos desnudos, que se llevarán al recién nacido. Quería alejar al retoño lo más lejos posible de ella y no pensaba escatimar en recursos. Los demonios eran fáciles de aniquilar en los primeros años de vida y seguramente, Dios, intentaría acabar con el fruto de su vientre.
    El humano seleccionado, tras huir de los reinos de Lilith, se tapó con ropajes y envolvió como pudo al infante demonio. Los ojos amarillos, la piel rojiza o la frente con cuernos eran todo un problema en cualquier población humana. Pero sabía que tenía que llegar a la costa de Egipto y pillar el primer barco que partiera hacía costas europeas. Si tenía que evitar los pueblos (o las aldeas) así lo haría.

***

    En mitad del salón había un triángulo, creado por las tres brujas, y un niño apasionado con el borboteo salvaje de la pócima al fuego.  Una especie de humo, que hedía a hierbas, salía de la cazuela e inundaba el suelo.
    - ¿Será sano para el niño? - preguntó la cuidadora.
    - Y yo que se - la cocinera removía el líquido hirviente a la luz de las velas tintadas de ceniza - Igual lo hace más listo. 
    - Callad, que me pierdo - ordenó la señora de los cánticos - ¿Por donde iba?
    Los cánticos siguieron con un chapurreo de latín e italiano. La mujer, poniendo cara regia, intentaba fingir que sabía lo que hacía. De vez en cuando, levantaba la mirada de sus notas, y ojeaba a sus compañeras. De repente, la habitación, se llenó de azufre. Era la primera vez que pasaba desde que hacían sus cánticos en la casa. ¡Ya se había equivocado mezclando la pócima!

    - ¡Ala! ¡Ya lo has hecho mal! - protestó guardándose la nota - Y eso es azufre, ¿tu sabes las manchas que me va a dejar en la ropa?
    - No es mi culpa - se disculpó la cocinera - He seguido la receta que me diste.
    -¡Queréis dejar de pelear! - una mujer desnuda había aparecido donde antes estaba la pócima y sangraba por la vagina. Los gritos de la aparecida eran capaces de aterrar a quien los escuchara.
    Las tres mujeres, asustadas por lo que había pasado, dieron un paso atrás. La cuidadora cogió al niño de la mano mientras retrocedía. Su instinto le decía que era peligroso dejar a un niño pequeño cerca de esa aparición.
    - ¿Qué diantres ha pasado? - preguntó la bruja gorda - ¿Quien es usted?
    - ¡Cuan más rituales, más estúpidas! - el dolor del parto aún persistía en sus entrañas - ¡Soy Lilith! ¡Madre de íncubos y súcubos!
    - ¡Ohh! - las tres mujeres se arrodillaron ante su diosa pagana - ¡Lo sentimos!
    - ¡Levantaos! - ordenó entre dolores vaginales - No permito que ninguna mujer se arrodille ante mi, no somos como los cristianos.
    - ¿Que quiere de nosotras? - quiso saber la líder de las brujas - ¿Hay algo que podamos hacer?
    - Uno de mis siervos masculinos llegará pronto a vuestras costas - ordenó apoyándose contra la chimenea - Seguid al demonio que llamará a la puerta pasada la tercera hora de la noche.
    - Pero un demonio de verdad... ¿Quieres decir un espíritu maligno?
    - Seguidle y proteged al recién nacido - anunció antes de desvanecerse.
    Pasada la tercera hora de la noche, es decir, tres horas después del Ave María, un demonio vestido con ropas nobles llamó a la puerta. Tenía facciones delgadas pero la ropa pomposa rellenaba la falta de carne. Su barba, recortada, le hacía parecer un hombre con propiedades.
    - ¿Quién sois vos? - preguntó la bruja que cuidaba al niño humano.
    - Soy M - entró en la estancia y vio el panorama - ¿Vendréis conmigo?
    - Por supuesto - dijo la cocinera - ¿sabes lo que me hará el amo si se entera de que hemos desintegrado su mejor caldero?
    - Cuenta conmigo - dijo la que estaba disfrazada de campesina - No se cuanto tiempo tardarían en acusarme de brujería en un pueblo pequeño.
    -Yo no puedo - anunció la cuidadora - No puedo dejar al niño.
    M, cogiendo al niño por las axilas, le dejó en el suelo. Se sacó un líquido negro que hizo tragar al infante humano. Unos segundos después se durmió el mocoso hasta parecer casi muerto.
    - ¡Hay! ¡Ya me lo has matao!
    - No, le he dado el elixir de la inteligencia - M miró a la niñera - Cuando despierte empezará a investigar y aprender. Y no parará hasta que se muera.
    - ¿No le hará mal, no?
    - Puede que lo convierta en homosexual - explicó el demonio vestido de noble - Lo quería usar para crear al esposo perfecto pero... Si me duerme al niño mientras huimos habrá valido la pena destilarlo.
    Y en mitad de la noche, tres brujas y un demonio, partieron en un carruaje. Sabiendo que un demonio recién nacido iba a cambiarles la vida. 
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Reseña de "La erótica del guisante"

 La erótica del guisante: Poemas para desnudar el alma Antes de empezar tengo que recalcar que mi única relación previa con el mundo de la p...