2020/04/17

Erase una vez un pueblo Italiano

La semilla del talento

    Erase el 15 de abril de 1456 al anochecer en el pueblecito de Vinci. Una bruja, oculta bajo el disfraz de una campesina, se paseaba por las cada vez menos transitadas calles. Cuando se sentía segura se paró en el portal acordado y empezó a dar una retahíla de golpes rítmicos, eran la clave acordada para reconocerse.
    Al abrir la puerta, una señora gorda estaba haciendo la cena, y otra más joven cuidaba de un niño. La visitante estaba harta de pedir intimidad para sus ritos. Las dos mujeres eran brujas pero el niño era pariente del señor de la casa. Si se le iba la lengua podría ponerlas en un apuro.
    - Pero mujer - protestó la cocinera - Solo tiene 4 años la criatura.
    - Ya repite palabras - la visitante se sentó en una de las sillas - ¿De que sirve tanto misterio si luego el crío puede chivarle los ritos al señor de la casa?
    - Esperemos a invocar a la maestra - intercedió la mujer que cuidaba del niño - Lilith podrá darnos las indicaciones precisas.
    - Los demonios viven en otro mundo, no les importan los asuntos humanos. ¿Por qué tendríamos que preguntarle nada del crío? - quiso saber la visitante disfrazada.
    - Por eso mismo - protesto la cocinera - ¿Nos pagará Lilith el alojamiento o la comida? El señor nos mantiene a cambio de cuidar al mocoso cuando hay visitas. Ya sabes que es... bastardo.
    - ¡Pero si lo ha reconocido ya! - protestó la recién llegada - ¿Que más le dará?
    - Nosotras no contradecimos al amo - recordó la señora encargada de la comida - Al amo de la casa - Aclaró para no ofender a los entes sobrenaturales.
    - Empecemos pues con la pócima - propuso sacándose un rollo con los cánticos - ¿Tu te encargas de hacer el mejunje y yo canto las invocaciones?
    - Mírala qué lista - la cocinera sacó una segunda cacerola - Como no pagas tu los ingredientes... ¿Quien me paga a mi los productos? ¿Y las velas negras?
    - Si has tintado los cirios con ceniza - protestó la vieja encargada de realizar los cánticos rituales - Son robados de la iglesia.
    - Todas hemos hecho algo, hermanas - la niñera intentó calmar a las otras dos - ¿Acaso le gustaría ver a Lilith que discutimos entre nosotras?
    - No - reconocieron cansadas las dos señoras - No discutiremos.

***

    Lilith, que andaba por su paraíso arenoso, dio a luz a un varón. Era un demonio espléndido, de facciones perfectas, pero todavía un recién nacido. ¡Lo que dolía parir a un niño con cuernos! Se podía reír ella de las mujeres humanas. Por suerte, su demoníaca constitución, se recuperaría de las heridas que le había dejado el recién nacido.
    Con voz severa ordenó que la ayudarán con el parto. Uno de los humanos de su séquito acudió a ayudarla con un trapo, pues todos sus sirvientes la adoraban como a una diosa, y obedecían ciegamente sus órdenes. Con voz dolorida ordenó a sus sirvientes, todos ellos desnudos, que se llevarán al recién nacido. Quería alejar al retoño lo más lejos posible de ella y no pensaba escatimar en recursos. Los demonios eran fáciles de aniquilar en los primeros años de vida y seguramente, Dios, intentaría acabar con el fruto de su vientre.
    El humano seleccionado, tras huir de los reinos de Lilith, se tapó con ropajes y envolvió como pudo al infante demonio. Los ojos amarillos, la piel rojiza o la frente con cuernos eran todo un problema en cualquier población humana. Pero sabía que tenía que llegar a la costa de Egipto y pillar el primer barco que partiera hacía costas europeas. Si tenía que evitar los pueblos (o las aldeas) así lo haría.

***

    En mitad del salón había un triángulo, creado por las tres brujas, y un niño apasionado con el borboteo salvaje de la pócima al fuego.  Una especie de humo, que hedía a hierbas, salía de la cazuela e inundaba el suelo.
    - ¿Será sano para el niño? - preguntó la cuidadora.
    - Y yo que se - la cocinera removía el líquido hirviente a la luz de las velas tintadas de ceniza - Igual lo hace más listo. 
    - Callad, que me pierdo - ordenó la señora de los cánticos - ¿Por donde iba?
    Los cánticos siguieron con un chapurreo de latín e italiano. La mujer, poniendo cara regia, intentaba fingir que sabía lo que hacía. De vez en cuando, levantaba la mirada de sus notas, y ojeaba a sus compañeras. De repente, la habitación, se llenó de azufre. Era la primera vez que pasaba desde que hacían sus cánticos en la casa. ¡Ya se había equivocado mezclando la pócima!

    - ¡Ala! ¡Ya lo has hecho mal! - protestó guardándose la nota - Y eso es azufre, ¿tu sabes las manchas que me va a dejar en la ropa?
    - No es mi culpa - se disculpó la cocinera - He seguido la receta que me diste.
    -¡Queréis dejar de pelear! - una mujer desnuda había aparecido donde antes estaba la pócima y sangraba por la vagina. Los gritos de la aparecida eran capaces de aterrar a quien los escuchara.
    Las tres mujeres, asustadas por lo que había pasado, dieron un paso atrás. La cuidadora cogió al niño de la mano mientras retrocedía. Su instinto le decía que era peligroso dejar a un niño pequeño cerca de esa aparición.
    - ¿Qué diantres ha pasado? - preguntó la bruja gorda - ¿Quien es usted?
    - ¡Cuan más rituales, más estúpidas! - el dolor del parto aún persistía en sus entrañas - ¡Soy Lilith! ¡Madre de íncubos y súcubos!
    - ¡Ohh! - las tres mujeres se arrodillaron ante su diosa pagana - ¡Lo sentimos!
    - ¡Levantaos! - ordenó entre dolores vaginales - No permito que ninguna mujer se arrodille ante mi, no somos como los cristianos.
    - ¿Que quiere de nosotras? - quiso saber la líder de las brujas - ¿Hay algo que podamos hacer?
    - Uno de mis siervos masculinos llegará pronto a vuestras costas - ordenó apoyándose contra la chimenea - Seguid al demonio que llamará a la puerta pasada la tercera hora de la noche.
    - Pero un demonio de verdad... ¿Quieres decir un espíritu maligno?
    - Seguidle y proteged al recién nacido - anunció antes de desvanecerse.
    Pasada la tercera hora de la noche, es decir, tres horas después del Ave María, un demonio vestido con ropas nobles llamó a la puerta. Tenía facciones delgadas pero la ropa pomposa rellenaba la falta de carne. Su barba, recortada, le hacía parecer un hombre con propiedades.
    - ¿Quién sois vos? - preguntó la bruja que cuidaba al niño humano.
    - Soy M - entró en la estancia y vio el panorama - ¿Vendréis conmigo?
    - Por supuesto - dijo la cocinera - ¿sabes lo que me hará el amo si se entera de que hemos desintegrado su mejor caldero?
    - Cuenta conmigo - dijo la que estaba disfrazada de campesina - No se cuanto tiempo tardarían en acusarme de brujería en un pueblo pequeño.
    -Yo no puedo - anunció la cuidadora - No puedo dejar al niño.
    M, cogiendo al niño por las axilas, le dejó en el suelo. Se sacó un líquido negro que hizo tragar al infante humano. Unos segundos después se durmió el mocoso hasta parecer casi muerto.
    - ¡Hay! ¡Ya me lo has matao!
    - No, le he dado el elixir de la inteligencia - M miró a la niñera - Cuando despierte empezará a investigar y aprender. Y no parará hasta que se muera.
    - ¿No le hará mal, no?
    - Puede que lo convierta en homosexual - explicó el demonio vestido de noble - Lo quería usar para crear al esposo perfecto pero... Si me duerme al niño mientras huimos habrá valido la pena destilarlo.
    Y en mitad de la noche, tres brujas y un demonio, partieron en un carruaje. Sabiendo que un demonio recién nacido iba a cambiarles la vida. 
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